Explorando Japón a través de los Ojos de Murakami
- Juan José Crespo Ramos

- 26 feb 2024
- 2 Min. de lectura
En la intersección entre lo tangible y lo fantástico, el Japón de Haruki Murakami se despliega como un tapiz de contrastes y similitudes, donde la cotidianidad se entrelaza con lo extraordinario. A través de sus obras, Murakami nos invita a un viaje que va más allá de las fronteras geográficas, hacia un espacio donde la soledad, la música y el amor se convierten en los verdaderos protagonistas de un escenario tan rico como diverso.
En este peregrinar literario, descubrimos un Tokio iluminado por neones, donde los bares de jazz y las librerías escondidas se convierten en refugios para almas errantes. Kioto, por otro lado, nos ofrece un retiro más contemplativo, con sus templos y jardines Zen, que invitan a la reflexión y al encuentro interior. Pero Murakami no se detiene en lo visible; nos lleva más allá, a través de caminos que bordean el mar interior de Seto o que se adentran en los bosques de Hokkaido, lugares donde la naturaleza y el arte se funden para revelar las múltiples capas de la realidad.
Cada cita de sus libros es una ventana abierta al Japón más profundo, ese que se balancea delicadamente entre la belleza efímera de los cerezos en flor y la eternidad de las piedras en los templos antiguos. Murakami, con su pluma, dibuja un mapa emocional de Japón, invitándonos a explorar los rincones más recónditos de su cultura y de nuestro ser.
En este viaje, la música juega un papel esencial, siendo no solo el fondo sonoro de nuestras exploraciones sino también un personaje más, que guía y da forma a nuestras experiencias. Murakami, un conocedor y amante del jazz, entrelaza melodías que van desde clásicos de John Coltrane hasta piezas de Ryuichi Sakamoto, creando una banda sonora que acompaña perfectamente a la lectura y profundiza nuestra inmersión en su mundo.
Este es un viaje de descubrimiento, no solo de un país y su cultura sino también de nosotros mismos. A través de los ojos de Murakami, Japón se convierte en un espejo en el que se reflejan nuestras propias preguntas, anhelos y temores. Es una invitación a perderse y, en ese extravío, encontrarse.



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